Sobre conocimientos e inteligencia

Sobre conocimientos e inteligencia

Mientras hacía uno de mis habituales y nocturnos procesos de razonamiento, análisis y organización de ideas llegué a un tema que siempre me interesó: la educación. Principalmente, y por lejos la más involucrada en discusiones, la educación tradicional y sus defectos.

Siempre tuve grandes inconvenientes en los distintos pasos de la educación tradicional argentina. En el primario no recuerdo haber estudiado jamás y mis esfuerzos estaban enfocados en divertirme, divertir y buscar todos los medios para esquivar exámenes, trabajos, la tarea, prestar atención y cualquier actividad diréctamente relacionada a la adquisición de conocimientos ajenos a mi interés. El secundario fue más de lo mismo y la facultad una pequeña pérdida de tiempo. Lo de pequeña porque, sumadas las dos carreras que cursé, invertí menos de un año.

Mientras mantenía la educación tradicional lo más lejos de mí que podía iba adoptando otra práctica que aún hoy me acompaña: Enforcarme sólo en las cosas que me generan interés. Siempre me pareció así de simple, si algo no me interesaba lo único que tenía que hacer era obviarlo o, en casos excepcionales (como terminar el secundario), dedicarle el menor tiempo posible.

Así logre aprovechar mi tiempo para las cosas que yo quería, lo cual es también una buena fórmula para estar de buen humor.

Entre las muchas cosas que hacía por propio interés surgió una muy peculiar que recomiendo y fue lo que me llevó a escribir este artículo, así como a tomar una gran cantidad de decisiones de mi vida: Pensar. Pero no pensar ante un problema o la toma de una decisión, pensar por el simple hecho de hacerlo. Analizar situaciones recientes, imaginar momentos futuros, plantear problemas y buscar su solución, hasta volver a pensar cosas que ya otros pensaron. Puedo dar un buen ejemplo personal: A la noche antes de dormir repaso todo lo sucedido en el día, planeo el siguiente e imagino situaciones varias, tanto positivas como negativas, para intentar resolverlas en mi mente. Estas situaciones están diréctamente relacionadas a mis intereses, un jugador de fútbol podría imaginarse ganar un mundial así como lesionarse, y analizar ambas.

Es en esos momentos de análisis donde aparecen mis conclusiones personales, algo que no muchas personas pueden jactarse de tener por culpa de la educación tradicional. Hay un gran problema y es que durante aproximadamente 25 años de nuestra vida estamos adquiriendo conocimientos en lugar de aprender a pensar. Paso a explicarme: El sistema está armado de forma tal que, en promedio, el 80% del contenido son conocimientos y el 20% motivos para razonar. Estamos constantemente adquiriendo el resultado de los análisis que otras personas hicieron, tomándolos como ciertos, haciéndolas propios y repitiéndolos como nuestra verdad.

En todas las carreras estudiamos libros que otros escribieron, hacemos las cosas como otros concluyeron que eran correctas, respondemos exámenes con resultados que alguien antes que nosotros obtuvo y, en menor medida, usamos el cerebro para otra cosa que no sea recopilar información: Resolver problemas matemáticos, diseñar planos, componer música, etc… Pero aún así la mayoría condicionadas y finalmente evaluadas por un tercero hijo del mismo sistema educativo.

La conclusión es que la educación tradicional nos está llenando de conocimientos pero dejando de lado el desarrollo de nuestra capacidad de pensar. Claro que son muy útiles y necesarios, pero hay algo que es imperioso tener bien en claro: Los conocimientos son sólo atajos para el razonamiento. Para ejemplificar la frase anterior:

Imaginemos a dos personas: Pepe con inteligencia y sin conocimientos, y Juan con conocimientos pero sin inteligencia. Ante un problema conocido, Pepe va a tener que razonar para resolverlo mientras que Juan simplemente utiliza sus conocimientos y ya tiene la solución. Ante un problema nuevo Pepe nuevamente va a tener que recurrir a su razonamiento, pero Juan nunca va a poder hacer nada al respecto.

Claramente no se puede carecer de conocimientos, pero es aún peor hacerlo de inteligencia y capacidad de razonar. En la facultad nunca se discute si el contenido que uno incorpora es correcto o no, ni siquiera al momento de estudiarlo lo analizamos porque carecemos del tiempo necesario. ¿En qué momento de las 500 páginas que rindo el lunes me voy a poner a pensar si lo que dicen tiene sentido?

El hecho de adquirir conocimientos en cantidades imposibles de razonar es que luego los incorporamos como propios pero no podemos justificarlos. Un diseñador web sabe que tiene que ubicar la información importante a la izquierda, no sabe el motivo o, a lo sumo, sabe que un estudio de algún capo en usabilidad lo entregó como resultado. Por lo general, basta con preguntar ¿Por qué? para desarmar por completo un argumento o, en su defecto, recibir una respuesta escrita en algún libro hace varios años.

Es cierto que razonar sobre las diferencias entre los conocimientos y la inteligencia es algo básico, todo el mundo las conoce perfectamente. Lo bueno de haberlo hecho es que ahora tengo mi propia opinión al respecto y puedo compartirla con ustedes, tengo en mi mente desde la base hasta la punta de todo el proceso que llevó a obtener dicho conocimiento. Puedo justificar plénamente mi opinión sobre el tema y puedo llegar a conclusiones tales como que prefiero no tomar el camino de la educación tradicional. Y si me preguntan ¿Por qué? tengo una respuesta y opto por seguir el camino que yo quiero en base a mis conocimientos, no los de otro.

Para finalizar debo admitir que si no se utilizaran los conocimientos de otras personas nuestra raza no avanzaría, estaríamos estancados inventando la pólvora etérnamente. Es por ello que considero necesario comenzar a discutir como incluir la necesidad de razonar en la educación tradicional en lugar de si se mete más o menos cantidad de conocimientos (lo que generalmente se traduce como más o menos exigencia).

Es necesario volver a pensar las conclusiones de otros y también apalancarnos con las mismas. Empecemos a entender que el avance no está sólo en aprovechar conocimientos ajenos sino también en volver a analizarlos y, por sobre todas las cosas, tener nuestra propia opinión basada en nuestro propio razonamiento.