A veces se te ocurre una gran idea y estás seguro de que va a ser un éxito rotundo.
Empezás a desarrollarla, ya llevás varios días y por algún motivo te empezás a sentir algo incómodo, como que el rompecabezas no se está armando del todo bien.
La tontería es útil. Sirve para disparar ideas y abrir nuevos horizontes. A la tontería hay que fomentarla para darle una cachetada a la monotonía y cambiar la dirección de pensamiento actual.
El objetivo es evitar la famosa ceguera de taller, esa que de tan metido en los procesos y el día a día de tu producto o empresa no te deja ver errores obvios que estás cometiendo.